A medida que se van despejando las dudas sobre las elecciones del 27-S me voy convenciendo que no serán como las demás. Y no me refiero al hecho de que se convoquen como plebiscitarias, si no a hechos que voy constatando día a día y que por su relevancia quiero remarcar.
En primer lugar, el mapa de partidos catalán va a cambiar de forma radical. La presencia de los partidos clásicos va a caer en picado. El PSC, el PP y en menor medida CDC, ERC e ICV van a ver disminuida su presencia de forma marcada o bien se van a encontrar diluidos en candidaturas que superaran su histórico mensaje.
En segundo lugar, corren vientos de regeneración y por esta misma razón la composición de las candidaturas se va haciendo más democrática y más transparente superando las fórmulas del pasado en las que lo más importante para aparecer en una lista era estar bien con el partido. Evidentemente, esto lo vemos más y mejor en algunas candidaturas que otras, CUP, Junts pel Sí y Catalunya sí que es pot van por delante y uno puede encontrar en sus candidaturas mayoritariamente a personas que acumulan méritos para estar en la candidatura fuera del ámbito exclusivamente partidario.
Mi tercera certeza es que el anhelo de cambio va a triunfar claramente. El eje izquierda-derecha, a pesar de lo que pueda parecer, está claramente desviado. Cuando se abran las urnas, el número de diputados elegidos del PP, de Unió, de Ciutadans y de CDC será menor y el de los que apuestan por cambios sociales radicales crecerá exponencialmente.
Después de estas tres certezas, me aparece una gran duda en el eje nacional. Si dejamos a parte los partidos del NO a todo (PP, Ciutadans i PSC-PSOE), la gran diferencia está en si se puede iniciar un proceso de independencia que acabe en un referéndum vinculante o bien, si cambiamos el marco constitucional para permitir una votación también vinculante.
En definitiva, la decisión radica en si creemos posible que Podemos o IU-IC en el marco estatal puedan ser capaces de convencer al resto de los partidos que es necesario un cambio constitucional que permita un referéndum en Catalunya y, hoy por hoy, yo lo veo completamente imposible.
Antoni Rifà Ros
HGxI
Catalunya té davant seu una possibilitat de canvi real en la independència en tant que procés constituent. La legalitat espanyola és una legalitat que ens aniquila com a nació, no ens reconeix com a subjecte polític i ens considera una mera possessió ("No habrá independencia, vamos a parar eso voten lo que voten", ha dit avui el president del Congrés). Ni dretes ni esquerres demostren el més mínim interès per Catalunya, si no és per supeditar-la a les seves conveniències. Qui no vol reconèixer això, a casa nostra, és que li importa un rave Catalunya... i d'aquests a Espanya n'hi ha molts, però a casa nostra també. Què podem fer? Transmetre tota la il·lusió de què siguem capaços, sortir als carrers i demostrar que nosaltres sí que podem, perquè tindrem ben aviat ELS INSTRUMENTS per construir un País nou sense dependre d'un Estat que ens ha anat sempre a la contra i ara més que mai. Prou, s'ha acabat.
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